Un año después de acordar elecciones libres, el gobierno izquierdista sandinista de Nicaragua pierde en las urnas. Las elecciones pusieron fin a más de una década de esfuerzos de Estados Unidos para derrocar al gobierno sandinista.
Los sandinistas llegaron al poder cuando derrocaron al dictador Anastacio Somoza en 1979. Desde el principio, los funcionarios estadounidenses se opusieron al nuevo régimen, alegando que era marxista en su orientación. Ante esta oposición, los sandinistas recurrieron al bloque comunista en busca de asistencia económica y militar. En 1981, el presidente Ronald Reagan dio su aprobación para el apoyo encubierto de Estados Unidos a los llamados rebeldes anti-sandinistas de Contras con base principalmente en Honduras y Costa Rica. Este apoyo continuó para la mayor parte de la administración Reagan, hasta que la desaprobación del público estadounidense y los informes de abusos de Contra empujaron al Congreso a cortar los fondos.
En 1989, el presidente nicaragüense Daniel Ortega se reunió con los presidentes de El Salvador, Costa Rica, Honduras y Guatemala para elaborar un plan de paz para su nación. A cambio de las promesas de las otras naciones de cerrar las bases de Contra dentro de sus fronteras, Ortega acordó celebrar elecciones libres dentro de un año. Se llevaron a cabo el 26 de febrero de 1990. Ortega y los sandinistas sufrieron una sorprendente derrota cuando Violeta Barrios de Chamarro, viuda de un editor de un periódico asesinado durante los años de Somoza, obtuvo el 55 por ciento de los votos presidenciales. La oposición también capturó la Asamblea Nacional.
La elección de Chamarro fue un repudio de más de 10 años de gobierno sandinista que se caracterizó por una guerra destructiva con los contras y un sistema económico en quiebra. Estados Unidos vio la victoria de Chamarro como una validación de su largo apoyo a los contras, y muchos analistas compararon la derrota electoral de los sandinistas con el derrumbe de los regímenes comunistas en Europa del Este durante el mismo período. Los críticos de la política estadounidense hacia Nicaragua respondieron que las negociaciones entre los presidentes centroamericanos habían traído elecciones libres a Nicaragua, lo que casi 10 años de apoyo estadounidense al conflicto armado no habían podido lograr.
A raíz de las elecciones, la administración del presidente George Bush anunció de inmediato el fin del embargo de Estados Unidos contra Nicaragua y prometió una nueva asistencia económica. Aunque corrieron rumores de que el ejército controlado por los sandinistas y las fuerzas de seguridad no aceptarían a Chamarro, fue inaugurada sin incidentes. Los sandinistas, sin embargo, continuaron desempeñando un papel en la política nicaragüense y todavía hacen campaña activamente por, y ocasionalmente ganan, cargos políticos.