Después de una semana de rastrear cada pista imaginable, la policía finalmente encuentra la evidencia que necesitan para resolver el caso del asesinato por violación de Nancy Titterton en la ciudad de Nueva York. Titterton, novelista y esposa del ejecutivo de NBC Lewis Titterton, fue violada y estrangulada en su lujosa casa en Beekman Place en la mañana del 10 de abril de 1936. Las únicas pistas que quedaron fueron un pedazo de cable de un pie de largo que había sido usado para atar las manos de Titterton y un solo pelo de caballo encontrado en su colcha.
Estos pequeños rastros de evidencia demostraron ser suficientes para encontrar al asesino. El detective a cargo de la investigación había ordenado a su equipo rastrear la fuente del cable. Después de una semana completa de peinar a todos los fabricantes de cuerdas y cordeles en el noreste, finalmente se descubrió que el cable provenía de Hanover Cordage Company en York, Pennsylvania. Los registros de la compañía mostraron que parte del cordón distintivo había sido vendido a la tienda de tapicería de Theodore Kruger en la ciudad de Nueva York.
Dado que la investigación sobre el pelo de caballo ya había llevado a la policía a sospechar de John Fiorenza, un asistente de la tienda de Kruger, esta nueva evidencia solo solidificó su sospecha. Fiorenza y Kruger fueron los primeros en descubrir el cuerpo de Titterton, cuando llegaron para devolver un sofá reparado (que había sido rellenado con crin de caballo que coincidía con el encontrado en la escena del crimen) en la tarde del 10 de abril. Sin embargo, ambos negaron entrar en el dormitorio ese día
Cuando los investigadores se enteraron de que Fiorenza había estado en la casa de Titterton el 9 de abril y había llegado tarde al trabajo la mañana del asesinato, observaron más a fondo sus antecedentes. Fiorenza tuvo cuatro arrestos previos por robo y un psiquiatra de prisión lo diagnosticó como delirante. Los detectives primero se ganaron la confianza de Fiorenza al fingir que necesitaban su ayuda para resolver el crimen y luego le mostraron la evidencia del cordón.
Sorprendido, Fiorenza confesó el brutal crimen pero afirmó que estaba temporalmente loco. Esta defensa no resistió demasiado bien en el juicio, y Fiorenza fue ejecutado el 22 de enero de 1937.
