Bernhard Goetz, el hombre blanco llamado "vigilante del metro" después de dispararle a cuatro jóvenes negros en un tren subterráneo de la ciudad de Nueva York, se entrega en una estación de policía en Concord, New Hampshire. Goetz afirmó que los hombres, todos los cuales tenían antecedentes penales, intentaban robarlo y que había actuado en defensa propia. En ese momento, Nueva York estaba en medio de una ola criminal y algunas personas veían a Goetz como un héroe, un ciudadano común que luchaba contra sus atacantes.

El tiroteo ocurrió la tarde del 22 de diciembre de 1984, cuando Goetz (1947-), un nativo de Queens, Nueva York, propietario de un negocio de electrónica, abordó un metro de Manhattan. Poco después, sacó un arma y le disparó a los hombres, que según él intentaban robarle. Goetz huyó de la escena y condujo hasta Vermont, donde enterró el arma. Todos los hombres sobrevivieron al tiroteo, aunque uno resultó gravemente herido. El 31 de diciembre, Goetz se entregó a la policía de New Hampshire.

En 1987, un jurado de Manhattan absolvió a Goetz de asalto criminal e intento de asesinato. Sin embargo, fue condenado por cargos de armas por portar un arma sin licencia y pasó ocho meses en la cárcel.

Darrell Cabey, quien quedó paralítico y con daño cerebral por el tiroteo, presentó una demanda contra Goetz y en abril de 1996 un jurado del Bronx le otorgó $ 43 millones. Goetz se declaró en bancarrota poco después. Antes y durante el juicio, Goetz, quien no expresó ningún remordimiento por sus acciones, hizo declaraciones incendiarias, diciendo que había hecho un servicio público disparando a los hombres y que la sociedad estaría mejor si sus madres los hubieran abortado.

En las décadas posteriores al tiroteo, Goetz, que sigue siendo una figura controvertida, ha sido candidato a la alcaldía de Nueva York y defensor del vegetarianismo.